El Estado està enfermo
by
Pau Miserachs
/
dimarts, 11 de febrer del 2014 /
Posted in
claridad,
redes criminales,
saqueo,
trama Gurtel
Hay quien dice que hay r4edes criminales que procedieron a la captura del Estado para enriquecerse con el dinero de todos los ciudadanos. Y llevan razón los que lo dicen porque esas redes accedieron al poder efectivo por la vía de los partidos y la debilidad de las instituciones, monarquía incluida. La corrupción se asentó en el poder y la cultura del pelotazo, el desvío de dinero y la falsa riqueza improductiva del construir y vender por encima del valor real. Lo fácil es lo que ha imperado en España para los bien situados desde mucho antes que llegase al poder en la España del nuevo régimen salido de la transición a la democracia un gobierno conservador católico a ultranza que miró a otro lado frente a la burbuja inmobiliaria y el saqueo del Estado. Así, desde el poder fue fácil con tan solo usar el apellido y el cargo, las buenas relaciones. Emergieron en todos los gobiernos los casos individuales como Guerra, Roldán, Urdangarin y otros, hasta la trama Gurtel, los ERE de Andalucía, y lo que no sabemos. También la Infanta Cristina ha pasado por un Juzgado de Instrucción para dar explicaciones, bien asesorada con una previa preparación teatral. Ya antes de su declaración los medio9s informativos tuvieron conocimiento de lo que iba a decir la Infanta respondiendo a las preguntas del Instructor y del Fiscal, además de las de su defensa. Era fácil imaginar las preguntas que le iban a hacer, incluso las que se iba a negar a contestar, en un caso como el Noos tan traído y tan llevado por los medios sometido también a las turbulencias que desde inter-economía lanza el Sr. Peñafiel contra la Casa real. No podía pasar desapercibida la pose teatral, de vedette que la Infanta mostró a la prensa gráfica a la entrada y a la salida del edificio judicial. Quedó muy bien que al salir diera la mano despidiéndose al guardia de seguridad y al policía que se encontraba en el lugar, como agradeciendo su presencia allí aquel sábado. Después de horas de ensayo salió fácil, con algún momento emotivo el yo no sabía, no me acuerdo, no me consta, habrá sido un error, yo no he firmado nada, lo hacia todo mi esposo..., y también el yo no era una tapadera fiscal etc. Sin duda fueron manifestaciones las que nos han llegado para eludir declarar con claridad y la sinceridad prometida. No ´pudo ocultar que se aprovechó con fines particulares (compras, viajes y facturas no ciertas admitidas por Hacienda para deducir gastos) de dinero ilegítimamente obtenido por una sociedad en la que participaba como títulos de propiedad. Realizó actos de disp0osición dineraria que no correspondían a operaciones comerciales de la sociedad de la que era socia. Pasado el trago aterrizó en Madrid para valorar su actuación en familia. La pregunta ahora que ya sabemos lo que costó el amplio y perfecto despliegue policial de seguridad de la Infanta en Palma, es saber lo que costará la campaña segura para recuperar la reputación de la Casa Real y la Monarquía en el momento en que la ciudadanía se pregunta en qué tendrán invertidos los dineros esta familia, pues se desconoce su patrimonio pese a las promesas de transparencia. Es verdad que no podrá escapar la Monarquía a los efectos de la ley pese a la sagacidad demostrada y el porte exhibido por la Infanta. El descrédito ya les ha alcanzado hace tiempo por falta de ejemplaridad y no precisamente por el caso Nóos, Aizon o Mixta África. Lo que también queda claro es que la Monarquía y la Casa real a pesar de este incidente lamentable no tiene nada que ver ni está implicada con las redes corruptas actualmente investigadas por proponerse enriquecerse saqueando el Estado, el dinero público, desde el poder. Más bien este caso a puesto de relieve la gran estafa del apellido y la explotación de mala fe ya confesada de un matrimonio que se creía por amor. El futuro está por ver, aunque ya se ve venir que la responsabilidad civil que se reclame a la Infanta no se sabe de que fondos se nutrirá. Quizás el llanto salió en escena al oír hablar de deudas como preludio de lo que más se teme: el vaciado del bolsillo mal llenado. La justicia exige dignidad y deshacer lo mal hecho, además de devolver lo mal adquirido. La fortuna pues no llama a la Infanta por mucho que sonría que es para lo que está perfectamente preparada para sobresalir y levantarse frente a cualquier adversidad como persona pública, hoy protagonista de un mal paso del que no sabemos si se ha arrepentido aunque sea en familia. La sociedad desde luego no le quiere dar el trato del buen samaritano dispendioso. Hay imágenes que no gustan al pueblo. Cristina no es la Infanta que quería el pueblo. De considerarse ciudadana de Barcelona ha pasado a disfrutar un anonimato en Suiza que más bien parece el refugio del fugado de las crónicas mundanas y periodistas insanos.
0 comentaris:
Publica un comentari a l'entrada