Reinventar Europa

Ya no nos queda duda de que hay que reinventar Europa y con ella la democracia. La Revolución Francesa fue un episodio que, según dicen los historiadores, tuvo su base en la previa Revolución Americana. La Declaración de Independencia y la Constitución de los Estados Unidos son dos documentos que nos dan la medida de un sistema que pudo ser la inspiración de muchos otros. Lo importante son sus valores, el mensaje de los padres fundadores. Pero en Europa inventamos las monarquías parlamentarias, las democracias presidencialistas, el fascismo, el régimen socialista soviético, las repúblicas democráticas liberales, las constituciones como leyes fundamentales de un estado, sin distinguir si eran leyes de países democráticos o el disfraz de totalitarismos como el soviético o el franquista. Hay que abrir una intensa etapa de diálogo, la misma que necesita el socialismo democrático, hoy socialdemocracia, para reinventarse también. Entre los valores de la tradición política europea, se encuentra el federalismo que hay que completar y remodelar con el globalismo o la cesión de soberanía a instancias políticas superiores pero nunca hegemónicas. Europa se debe poner en marcha para recuperar su presencia en la escena internacional. Hoy es dependiente, con todo lo que ello significa. Ha de forjar su vocación de líder mundial equilibrante. Pasar de la Europa de los estados a la Europa de los pueblos, federal y cosmopolita, plural, libre y abierta al mundo.